Espacio, inmensidad, aventura... El pasado en la realidad de cada ser humano dispersado por el universo. Una nave pro una aventura de antaño en un película de animación, una animación digna de poder ser un referente en el recuerdo cinéfilo. Una trama atrayente y de gran visualización. Ya nos estamos acostumbrando a que los protagonistas no son seres humanos reales, sino animaciones digitales que, por momentos, pueden llegar a confundirnos.
Una película rápida, un capitán hermético con pasado, un fantasma moderno en una nave espacial donde la tripulación y los acontecimientos descritos no desmarcan de su guión. Un nuevo tripulante, una misión por conseguir, un volver a casa necesario para todos los que, en algún momento, nos hemos sentido fuera de nuestro hogar: la necesidad de volver.
Una película situada en el año casi 3.000 de nuestra era. Como dije antes, humanos diseminados en el universo y una nave peculiar: dentro se pueden ver desde las cabinas de los viejos barcos de madera (que surcaban los mares asestando golpes a los demás barcos para conseguir sus botines) hasta armas singulares de aroma clásico pero en su versión futurista.
Trama conseguida. Quizás ya la vimos en otras películas, ya sean de animación o de personaje físico. Una película que, no por nada, será condecorada con galones por su creatividad y forma de hacer cine con seres no humanos, aunque dotados de sentimientos. Recomendable sí, pasable, para ver en cines. En general, escenas quizás demasiado desbordantes de irrealidad y leyendas en la mente: un inmortal solo es inmortal si es cierto que sigue vivo.