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Crítica: "Noche en el museo: el secreto del faraón", por Jesús S.

Una última noche en el museo, una reunión de trilogía para terminar 2014. En la televisión, el mítico mago lapón; en el cine, el gran mago Williams en su 'truco' final. Vamos de viaje al mundo de los sueños: del Japón ancestral al Camelot de Lancelot -con un cameo del 'garras' de Hugh Jackman-. 


De por medio, hilarantes historias de semejantes escenarios que, si sucedieran con tal concentración de magia como se ruedan y un simio ejerciese como maestro de ceremonias... ¡No divagues, Chus!. En días festivos, y pese a su poca 'interrupción' en los 'cu bes América nos' -supuestamente no recaudan lo que gustaría-, podemos ver una película donde la familia va a divertirse: niños chillando, mayores otorgando, sesudos críticos platicando en bajito... ¡Mola!. ¡Chupi!. 


El repertorio de 'estatuas vivientes' vuelve a estar liderado por Ben Stiller -Dick van Dyke y Mickey Rooney hacen acto de presencia-, más a la reunión se incorpora alguien quizás no esperado en esta saga, como es el caso de la 'conserja' Rebel Wilson y el hijo 'prehistórico' del 'linternero'. Es divertida, resulta fácil de digerir y, en esta nueva aventura nocturna de Nueva York a Londres, no hay males, sólo leyendas y, quizás, el final de algo, de alguien. 


Finales que pueden ser principios. Ya es ¿¡seguro!? que el entorno museístico de la cuarta entrega estará enmarcado en Madrid (=jjjjj). Si los guionistas tienen a bien usar la varita mágica de su pluma para dar vida a alguno de los nuestros, quizás el Museo de Cera de nuestra capital. Bastaría con la primera puesta en escena virtual de presentación y, amén del baile de rigor, puesta de largo 'histórica' y 'astral'.