Mira que soy, por encima de cualquier otro motivo por su capacidad para entretener, de este tipo de películas, las que convierten nuestros juguetes de la infancia en productos de celuloide -por mucho que las versiones cinematográficas no suelan estar a la altura de las circunstancias, como son los casos de los GI Joe o Hundir la Flota-, pero la última entrega de estos mecanismos tan complejos se estira en exceso, casi tres horas en las que este metraje consigue, por momentos, el efecto contrario. Secuencias prolongadas en demasía, algunas incluso podrían convertirse en películas independientes, fundamentalmente la batalla final que es, por si misma, una cinta en estructura y dimensiones.
A Michael Bay, tan admirado por lo prodigioso de los efectos especiales de sus mecanismos robóticos -y que vuelve a su senda habitual tras "Dolor y dinero"-, se le ha ido la mano. De hecho, esta cuarta y nueva entrega de los juguetes Hasbro 'canta' en espectacularidad visionaria, al menos, en dos momentos: la explicación alternativa a la extinción de los dinosaurios y el puenting por el tendido de cableado improvisado. Ya fuera de su alcance, el doblaje patrio ha mimetizado tantas voces con un sonido tan similar que cuesta diferenciar quien coño está hablando... ¡También es cierto que los diálogos no tienen ninguna importancia!. La presencia narrativa de cuestiones tangenciales como el peso de la familia o la ética tecnológica son meros trámites.
El protagonismo de Mark Wahlberg, en sustitución de Shia Labeouf, a priori parecía una buena idea. Sin embargo, convertido para la ocasión en un inventor musculitos ya no lo resulta tanto. No en vano, el mayor metraje también se consigue con más dosis de humor, no todas tan certeras como en entregas anteriores. De su hija, Nicola Peltz ("Airbender: el último guerrero"), poco que decir, salvo que su papel se limita a lucir los tan de moda shorts cacheros. A destacar en la faceta interpretativa: Kelsey Grammer y Stanley Tucci. El primero en su rol de militar fanático del patriotismo y de la potencialidad norteamericana; el segundo como gurú tecnológico indeciso entre los avances y la destrucción, por cierto con un parecido razonable a Steve Jobs.
Por mucho que esta nueva confrontación entre humanos, Autobots (con Optimus Prime a la cabeza) y Decepticons (liderados en su nueva versión 3.0 por Galvatron/Megatron), con el permiso de LockDown, sea, en conjunto, la peor de la franquicia hasta el momento, "Transformers: la era de la extinción" transmite espectacularidad inigualable por todos sus fotogramas -lo mejor que uno puede disfrutar en pantalla en este sentido hoy por hoy son las transformaciones automovilísticas de estos robots y ojo a los nuevos caballeros prehistóricos-, una sensación complementada por un toque de fotografía cromático único al alcance de su director y con una fórmula que resulta, cuanto menos, atractiva para casi cualquier espectador... y sino sólo hay que ver el evidente guiño a la cultura asiática con el 'transformer' samurai y, sobre todo, las decisivas localizaciones. Os presentamos a "Los mercenarios" de 'transformio'.