script

Crítica: "Las brujas de Zugarramurdi", por Marta Ingelmo

La esperada película de Álex de la Iglesia ya está en cartelera y a la salida del cine hay opiniones para todos los gustos. Los seguidores del director disfrutarán con esta alocada comedia que yo, que reconozco no ser una gran fan de su estilo, encuentro excesiva. La historia no puede empezar mejor. Dos maleantes desesperados, Jose y Tony -y el hijo del primero-, atracan un establecimiento de Compro Oro con la esperanza de que el dinero solucione sus problemas personales. Jose (Hugo Silva) cree que así recuperará a su hijo Sergio, al que casi no ve desde su divorcio con Silvia (Macarena Gómez). Tony (Mario Casas), en cambio, pretende ocultar a su triunfadora novia que se ha quedado en el paro.


La secuencia del atraco en la Puerta del Sol de Madrid es simplemente genial. Con muchísimo ritmo, sorpresas, risas provocadas por lo absurdo de la situación... La comedia apunta maneras. Tras el atraco emprenden una huida en taxi hacia Francia, perseguidos por dos agentes de policía y por la ex mujer de Jose y madre del niño. El ritmo frenético y las risas continúan. Y entonces llegan ellas, las brujas. Los atracadores, el niño, el taxista y un señor que quiere llegar a Badajoz aparecen en Zugarramurdi y atraen hasta el pueblo a los agentes y la ex mujer. Allí conocerán a tres generaciones de una familia de brujas, las ya actrices fetiches del director Carolina Bang, Carmen Maura y Terele Pávez. Y la gran comedia de dos delincuentes de poca monta con problemas con las mujeres se torna en una historia enrevesada de brujería, con un extraño ritual en el fondo de la trama y con imágenes de éstas de cine gore que le gustan a de la Iglesia.


Nada que objetar ante un reparto que combina la experiencia y prestigio de actrices como Carmen Maura, o Terele Pávez, con caras más atractivas para el gran público como Silva o Casas. Todos están perfectos en su papel, incluso Casas que abandona el rol de chico malo y que sorprende para bien. El problema es el exceso. Las tres brujas acaban multiplicándose hasta convertirse en cientos de ellas. Al final tanta bruja marea. La complejidad estética de la secuencia del clímax y los efectos digitales toman protagonismo y nos hacen olvidar el genial punto de partida con el que se nos presentaba a los dos protagonistas. La guerra de sexos que es en el fondo el tema de la película pierde la gracia cuando se materializa en una batalla real. No es una mala película y, desde luego, es entretenida. El problema es que el desarrollo y el final de la historia no cumplen con las altas expectativas que crea en su arranque. Una pena.