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"Tranquilo señor Wilder, nadie es perfecto", por Ignacio Sánchez-Cavada

Como siempre, en esta sección recordamos a aquellas figuras del cine que un día fueron importantes y que aún hoy permanecen en la historia del celuloide como leyendas, y el que nos ocupa hoy ha sido uno de los directores/escritores más importantes del séptimo arte. Hablamos de Billy Wilder, uno de los maestros de la comedia clásica, pues este 27 de Marzo se cumplen 11 años de su muerte.
Aunque desarrolló casi la totalidad de su carrera cinematográfica en Estados Unidos, Wilder (de nombre original Samuel) nació en Austria y comenzó a trabajar en la UFA alemana (Universum Film AG), el estudio cinematográfico financiado por el gobierno del país. Allí conoció a grandes como Ernst Lubitsch, pero con el ascenso de Hitler al poder Wilder se vio obligado a huir de Alemania (sus antecesores eran judíos) y, previo paso por París, cruzó el charco para buscar una nueva vida lejos del fascismo en Estados Unidos, junto al actor Peter Lorre ("M, el vampiro de Dusseldorf", "Casablanca", "El halcón maltés"), entonces desconocido en América.
Así comenzaba la nueva vida de Billy Wilder, haciendo lo que más le gustaba, escribir, esta vez para la Paramount, estudio para el que trabajaría en la mayoría de sus películas. En un primer momento solamente firmaba guiones pero en 1934 se aventuró como realizador, trabajando en la película francesa "Curvas peligrosas", que también co-escribió el libreto. A partir de ese momento su carrera se disparó. Su primer éxito llegó con el clásico del cine negro "Perdición" (1944), que le brindó su primera nominación al Oscar como Mejor Director. Sin embargo no fue con esa película sino con "Días sin huella", al año siguiente, cuando ganó el premio de la Academia a Mejor Director, además del premio a Mejor Guión Adaptado. Y no sería el último, pues quince años después volvería a ganarlo con una de sus obras maestras, "El apartamento", película con la que también ganó el premio a Mejor Guión Original. Su segundo Oscar a Mejor Guión Adaptado llegaría de la mano de "El crepúsculo de los dioses" (1950), protagonizado por la antaño estrella del cine mudo Gloria Swanson y con un curioso Erich Von Stroheim en el papel del fiel lacayo de la diva.
El director y escritor austríaco tocó varios géneros cinematográficos, pero sin duda el que más fama le dio fue la comedia. Obra de este genio son películas como "Con faldas y a lo loco" (1959), "El apartamento", "Irma la dulce" (1963), "La tentación vive arriba" (1955) o "Uno, dos, tres" (1961). Además, parte de su filmografía son momentos cumbre de la historia del cine, como el final de "Con faldas y a lo loco", o el de "El apartamento", o incluso la mítica escena en la que Marilyn Monroe se coloca encima del respiradero del metro en "La tentación vive arriba". Billy Wilder continuó dirigiendo y escribiendo películas hasta 1981, año en que estrenó "Aquí, un amigo", pero sin embargo no moriría hasta el año 2002, cuando una neumonía arrebató con 95 años al señor Wilder del mundo. Lo ideal habría sido que este genio del séptimo arte hubiera continuado creando muchos más años pero, como reza el epitafio de su lápida en Los Ángeles, 'nadie es perfecto'.