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"Audrey Hepburn: la oferta y la demanda del cariño", por Ignacio Sánchez Cavada

El pasado 20 de Enero se cumplían 20 años de la muerte de Audrey Kathleen Ruston (Ixelles, 1929), más conocida como Audrey Hepburn. La muerte de la actriz, belga de nacimiento, dejó un gran vacío en el mundo del cine y de las buenas causas. 
Como nos revela su físico, Audrey Hepburn comenzó su formación artística en el mundo de la danza, en Ámsterdam y Londres, aunque la situación económica de su familia no le permitió terminar los estudios. Esta fue la primera razón que la hizo entrar en el mundo de la actuación y así comenzó a participar, primero, en obras de teatro musicales (Gigi) y, posteriormente, con pequeños papeles en películas como "Monte Carlo Baby" (id., 1951), hasta que consiguió el papel protagonista de la película de William Wyler, "Vacaciones en Roma" (Roman Holidays, 1953), papel que le reportaría su único premio de la Academia.
Una vez dentro del mundillo de Hollywood, su ascenso fue meteórico, participando en obras de grandes directores como Billy Wilder ("Sabrina", 1954), George Cukor ("My fair lady", 1964), King Vidor ("Guerra y paz", 1956), Blake Edwards ("Desayuno con diamantes", 1963) o Stanley Donen ("Charada", 1963), y compartiendo protagonismo con estrellas como Humphrey Bogart, Cary Grant o William Holden. 
A pesar de ser mundialmente conocida, y de estar considerada como un icono de la moda, Audrey Hepburn siempre vivió lejos de la vida ostentosa que gozaban las demás estrellas de Hollywood. Vivía en una casa en lugar de en una mansión de dimensiones desproporcionadas y siempre rechazaba ser la imagen de marcas de moda o cosméticos que la ofrecían suculentos contratos. La belleza de la actriz siempre impactó a conocidos y extraños y, sin embargo, no se trataba de una belleza común. No tenía un cuerpo despampanante y no tenía aires de femme fatal, todo lo contrario, tenía un delgado cuerpo de bailarina y una cara angelical. Probablemente fue la precursora del prototipo de belleza natural que hoy en día encarnan figuras como Audrey Tatou. Además, Audrey Hepburn participó durante gran parte de su vida en causas humanitarias de UNICEF viajando a varios países del tercer mundo. Puede que una de las razones fuera que ella misma había vivido situaciones de penuria durante la Segunda Guerra Mundial. 
Y sin embargo, a pesar de la cantidad de cariño que la actriz belga desprendía, nunca tuvo suerte en el amor. Dos matrimonios, los dos fallidos, con un hijo fruto de cada uno. El primero con Mel Ferrer, quien participó con ella en "Guerra y paz", la película de King Vidor. Éste no supo soportar la repentina fama de su mujer y los celos pudieron con él. El segundo matrimonio, con un médico italiano, que tampoco acabó bien. 
Audrey Hepburn, figura de la comedia romántica, que interpretó con eficacia papeles de princesa, prostituta, monja o secretaria, nunca dudó en ofrecer todo el cariño que tenía, pero desafortunadamente nunca se vio del todo correspondida. Normalmente, cuando se recuerda a un actor, actriz o director fallecidos se suele reivindicar el hecho de que tenían que haber ganado más premios, que su trabajo tenía que haber sido reconocido en más ocasiones. Esta vez lo que reivindicamos es que todo el cariño y el amor que esta persona dio al mundo debía habérsele sido devuelto.