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Crítica: "El invitado", de Daniel Espinosa, por Jesús Saiz

La película es un vehículo para el lucimiento personal de un Denzel Washington, mitad "Training day"/mitad "Asalto al tren Pelham 1,2,3", por quien parecen no pasar los años, un papel que todos dicen de 'malo' pero que, particularmente, evidencia estar hasta las narices de todo, eso sí, con dinero de por medio. Con esta tarjeta de presentación, y ante semejante tesitura, la trama de la película, exagente traficante de secretos de estado en apuros entra en consulado para salvar el cuello, avanza de manera fulgurante y, al tiempo, sencilla, consiguiendo que todos estemos esperando el final. ¿Mérito o demérito?. El responsable: Daniel Espinosa, un realizador, aunque no lo parezca, de procedencia nórdica, que salta a Hollywood tras llamar la atención con el thriller "Dinero fácil".

Su 'partenaire', primero antagonista y luego 'hermano de sangre', es Ryan Reynolds, quien pasa de estar enterrado en un ataúd a estar encerrado en un piso franco de la CIA. La excesiva rutina y tranquilidad de su trabajo están empezando a hacerle mella en su mente, así que, pese a todo, el 'totum revolutum' que está a punto de caerle encima hasta parece venirle bien. Su personaje de joven con expectativas que lleva las reglas hasta el final pagará, para bien o para mal, las consecuencias de ceñirse al 'guión' normativo.

Otros apartados de la cinta a mencionar son su banda sonora, o estaba muy atento al metraje o pasa de soslayo, y el uso/abuso en un montaje frenético del primer plano, p. p., seguramente en este último caso para dejar ver las expresiones de las caras para que el espectador pueda meterse más en las emociones y sensaciones de los protagonistas.