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Crítica: "Resacón 2: ¡ahora en Tailandia!", de Todd Phillips, por Pelayo López

Si os hablo de dedos amputados a remojo en cubitos de hielo, seguramente, más de uno tenderá a pensar que estamos ante una película de terror al más puro estilo "Carretera al infierno". Si os digo que, además, contamos con la cómica presencia de un mono y un 'sombrerero loco', puede que incluso alguno no piense más que en "Piratas del Caribe" o "Alicia en el país de las maravillas". Ni una cosa... ni otra. Por cierto, a mi no me pareció la primera parte tan buena como a la mayoría. Me quedo con "Very bad things". Sin embargo, reconozco que esta segunda entrega gana en gamberrismo y desmadre, quizás, en buena medida, porque el escenario de Las Vegas ya está demasiado exprimido en la pequeña y gran pantalla, y Tailandia ofrece otras muchas posibilidades... de todo tipo. En lo que se refiere a la gracia, la que pueda tener o no, particularmente, la dejo para cual. Sin duda, eso sí, como ocurría en el primer capítulo, lo mejor se reserva para el final: nuevamente Mike Tyson en la gran pantalla, -ahora con las ganas de emular a los Jonas Brothers-, y la colección de fotografías para la ocasión de la amnesia colectiva recuperada, con la que nos sirve y nos basta para resumir en tan pocas instantáneas todo lo que ha pasado durante las últimas horas en la vida de los cuatro protagonistas.

Unos protagonistas que se ponen en marcha, de nuevo como un 'grupo salvaje', rumbo a Tailandia, donde uno de ellos, Stu, va a casarse. Sin duda, el realizador, Todd Phillips, sabe que, aparte de los deseos ocultos de todo espectador de compartir una juerga como ésta sin riesgos una vez en la vida, el reparto es su carta ganadora... y la maneja, fotograma a fotograma, a su ritmo, con una banda sonora hipnóticamente embaucadora y una estructura narrativa que bebe de las mismas fuentes que la primera aunque tarda en tomar la velocidad de crucero con la que los protagonistas acaban desembarcando en el enlace nupcial... porque ¡sí, sorpresa, hay 'final feliz' y no sólo vía masaje tailandés!.

Bradley Cooper, Zach Galifianakis & CIA vuelven a seducirnos a todos, cada uno con su perfil bien definido dentro de la manada, donde, en esta ocasión, se cuela el hermano de la novia, 'mcguffin' de toda la trama, una trama en la que vuelve a reaparecer 'su propio gurú oriental del ocio extremo' y hasta la Interpol, previo paso por un santuario, una casa de tatuajes, un prostíbulo... Por cierto, el reparto oriental desluce el buen hacer interpretativo de 'los 4 amigos'. Comentarios sobre los choques culturales oriente-occidente, el sexo por el sexo y demás repertorio procedente de los más bajos instintos inundan la borrachera fílmica, macaco incluido -el logotipo de su chupa no evoca precisamente a los Rolling Stones sino a sus técnicas amatorias-, hasta el punto de no saber 'si encañonas o te encañonan', 'si disparas o te disparan'... dentro. Ya se sabe, en Tailandia, si no tienes po**, no fo****. ¿Y si la prometida es también 'shemale'?¿Subirá o bajará el turismo español sexual hacia Tailandia en los próximos meses?. Una vez más, los protagonistas se despiertan sin saber su situación ni el camino por el que llegaron. La reconstrucción de los hechos, sin CSI. "Ha vuelto (y volverá) a ocurrir".