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Crítica: "Las aventuras de Sammy 3D", de Ben Stassen, por Alan Smithee

En “Las aventuras de Sammy 3D” nos encontramos una película de animación en el omnipresente formato tridimensional, que, para nuestra sorpresa y alegría, no pertenece a la gran factoría de Hollywood. En este caso, la productora es europea, más concretamente belga, aunque entre los actores que ponen voz a los presonajes nos encontramos nombres relacionados con el celuloide hollywoodiense como Melanie Griffith o Tim Curry. Sammy es una pequeña tortuga que emprende su viaje hacia la edad adulta, un viaje plagado de aventuras y peligros. Gracias a la asombrosa calidad del 3D, los espectadores también disfrutamos con la protagonista de su peregrinaje por los océanos y mares de nuestro mundo, cierto es que los peligros que nuestro navegante se encuentra son también una manera de sacar provecho del formato 3D y darle momentos de intensidad a la película.

La cinta está dirigida, principalmente, al público infantil -aunque la BSO no sea demasiado participativa y se oriente más a los adultos-, de modo que enseña a los más pequeños la importancia de cuidar el medio ambiente y también a proteger los océanos y, en especial, a las tortugas. Por este motivo, el film posee un carácter didáctico notorio al que los adultos concienciados debemos estar agradecidos, de manera que se convierte en una auténtica clase de ecología aplicada para los más pequeños que, al fin y al cabo, serán los protagonistas de las noticias del mañana.

Un aviso para los adultos interesados en ver la película: tiene una alta calidad visual, pero, si están acostumbrados a los diálogos y guiones con dobles sentidos generacionales de Pixar o Dreamworks, quizás en este caso se aburran un poco. Es posible que le falte algo de gancho en los diálogos y un argumento más complejo, pero “Las aventuras de Sammy” es una cinta que divertirá a nuestros infantes y, por qué no, también a algunos mayores.