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Crítica: "Balada triste de trompeta", de Alex de la Iglesia, por Pelayo López

Soy uno de los que piensa que el Presidente de la Academia no debería dirigir mientras ostenta el cargo, de ahí que no me ilusionase el estreno de la última película de Alex de la Iglesia. No obstante, y reconociendo también no ser un entusiasta del realizador vasco, esta historia inclasificable inspirada en la canción cuasi-homónima de Raphael, que curiosamente protagoniza interactuando uno de los mejores momentos, me ha dejado un buen sabor de boca. Si esperas baladas, las hay. Si esperas tristeza, también. Y si esperas trompetas, por supuesto.

En la BSO convergen canciones del recuerdo colectivo y una partitura majestuosa de Roque Baños, con un tema que recuerda a la colosal “JFK”. Tristeza contagiosa pese al ambiente circense, con unas tonalidades grisáceas. Trompetas celestiales en algunas secuencias: ojo a la batalla y al final caído. La primera al más puro estilo “Salvar al soldado Ryan”; la segunda con un movimiento de cámara y un aroma a “King kong” espectacular. Separado profesionalmente de su habitual coguionista, Jorge Guerricaechevarría, de la Iglesia construye un recorrido turbulento por la rivalidad de dos 2 familias de payasos hasta sus últimas consecuencias, recurriendo, como telón de fondo, a algunos acontecimientos históricos, incluso con imágenes de archivo, que se entrelazan acertadamente con la trama de ficción principal -la caza de Franco, el asesinato de Carrero Blanco...-.

El objeto de disputa: Carolina Bing, para muchos el descubrimiento. Ciertamente, la impresionante interpretación de sus dos pretendientes, Antonio de la Torre y Carlos “Muchachada” Areces, la difumina por completo. Alrededor, como habitualmente, muchos secundarios de lujo: Santiago Segura, Sancho Gracia... y hasta un cántabro: Alejandro “turbo” Tejería. Sí, “Muertos de risa” pero madurada por un ¿adulto?.