Algo que en principio puede resultar complicado o espeso, como la creación de la red social por excelencia, queda en manos de David Fincher convertido en un título de notable desarrollo e interés. Si un espectador asiste con atención imperturbable a más de dos horas de metraje, teniendo la sensación de visionar hora y media justa, el logro está al alcance de muy pocos. Si bien la historia ya despierta curiosidad, el guión de Aaron Sorkin, creador de la recomendable “El ala oeste de la Casa Blanca”, y la dirección del realizador de “El club de la lucha” consiguen que no decaiga en ningún momento pese a no trasladar ningún efecto informático a la gran pantalla, apenas dos fogozanos fugaces de algún monitor aparecen en primer término.
Además, no resulta tan sorprendente la comparativa con la cinta protagonizada por Brad Pitt, ya que, en cierto modo, el apasionante y frenético mundo de las .com demuestra ser un universo dado a los “agujeros negros”. Guiones llenos de agujas punzantes dirigidas al ámbito empresarial, comportamientos manifiestos de las miserias humanas que nos recuerdan que estos millonarios no dejan de ser unos jóvenes postadolescentes “maduros” bajo los destellos de un sol que hoy calienta y mañana quizás no -evidente alusión la necesidad de que el servidor no se caiga en ningún momento-.
En el apartado técnico, se demuestra la única necesidad de plano/contraplano acompañado de algún que otro “falso” plano-secuencia, otros interruptus travellings panorámicos... En el moral, la duda de la propiedad de las ideas... y la posibilidad de ejecutarlas. Mientras, las intepretaciones de Jesse Eisenberg, Andrew Garfield y Justin Timberlake se ajustan con acierto a los perfiles intuidos de sus personajes. Reflexión: el hombre que permite al mundo conectarse entre si carece de la más mínima comunicación con sus semejantes. Predicar con el ejemplo...