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Crítica: "Un pequeño cambio", de J. Gordon/W. Speck, por Luis Lazarich

Creo que tras varias semanas leyéndonos en estas páginas, ya me siento lo suficientemente confiado para decir, en este caso, que "Un pequeño cambio" es una película floja, floja, flojísima. Asistimos a la decisión de una mujer que ronda los cuarenta para ser madre, y a los consejos de sobreprotección de su mejor amigo a la hora de elegir al afortunado donante. En una noche de borrachera, su amigo comete el error de eliminar el esperma seleccionado y sustituirlo por el suyo con la consecuente laguna mental que le hará no recordar nada… hasta varios años después, cuando todo empieza a cuadrar.

Sí, la historia se ve venir de lejos. Historia muy previsible e insulsa que en ningún momento llega a interesar al espectador. Cuando lo más divertido del metraje son los 'botones' que le aparecen a Jennifer Aniston en el camisón en una noche fría, uno se da cuenta de la calidad de la película. Por no faltarle, no le falta ni el ‘happy-end’ típico en este estilo de film. Aniston sigue perdida en el cine y encajada en el mismo papel de Friends, pero con más años, claro está. Por otro lado, Jason Bateman deja una interpretación más que correcta, sin convertir al personaje en histriónico y transmitiendo sus sentimientos con sus gestos faciales. También uno se pregunta qué hacen dos grandes actores como Jeff Goldblum y Juliette Lewis en el film, y es que cada vez que aparecen aumenta la calidad de la película.

Ni siquiera uno se puede fiar de los directores. De las pocas películas que han realizado, uno no sabe cuál escoger como la peor. El hecho de que Aniston sea una de las co-productoras tampoco ayuda mucho. En definitiva, la película pasa de ser pasable en su preámbulo a aburrir hasta la saciedad. Y es que el palo de mi fregona me trasmite más que esta película.