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Crítica: "Salt", de Phillip Noyce, por Pelayo López

La última película de Angelina Jolie no defrauda: promete espectáculo... y lo ofrece. Sin embargo, sinceramente, se esperaba algo más de una cinta cuyo arranque, a base de referencias documentales a la “guerra fría” -conspiraciones, agentes dobles, programas de adiestramiento...-, sirve en bandeja un thriller con expectativas que, conforme avanza el metraje, se limita, única y exclusivamente, a una elevada dosis de adrenalina con escenas de acción que tampoco deslumbran.

Mientras la actriz demuestra las habilidades atléticas ya exhibidas en personajes como Lara Croft -y remarca su carácter camaleónico de la mano del responsable en la gran pantalla de “El Santo”-, ese mismo realizador, Phillip Noyce, no mantiene el tono de su adaptación cinematográfica del personaje de Jack Ryan y deambula por un territorio con el que no está familiarizado, circunstancia que se nota con creces. Sí podemos asegurar que la tensión y el ritmo son crecientes durante el desarrollo de la trama, aunque, ya hacia el último tramo, algunas secuencias resultan tan increíbles que le restan la poca credibilidad acumulada hasta ese momento. Se nota, en este apartado, que el reflejo de la saga de Jason Bourne no ha cuajado del mismo modo.

Otro aspecto que lastra bastante al conjunto son los flashbacks reiterados para situarnos la doble cara de la protagonista. Un guión más trabajado, y que podría haberla situado en la estela de “El mensajero del miedo”, hubiera permitido prescindir de estos innecesarios fogonazos que tratan al espectador medio cuanto menos de estúpido. Junto a la actriz, Liev Schreiber y Chiwetel Ejiofor, actores contrastados que aquí se limitan a sus “marcas”. Esta nueva fugitiva con causa ha dejado la puerta abierta a una secuela, así que a esperar...