Todos los que me conocen saben de mi devoción incondicional por el cine galo. Thriller, histórico, de autor... y comedias como este trabajo póstumo de Claude Berri (“Germinal”). No obstante, esta cinta, de la que se hizo cargo a su muerte François Dupeyron (“El señor Ibrahim y las flores del Corán”), no es una comedia propiamente al uso. Comprensible como resulta buena parte del metraje por aquellos que hemos vivido algo muy parecido, la película no desborda desde el punto de vista humorístico, ni en su vertiente gestual ni por los gags excesivos, algo que se agradece en un marco “infantil” dado a la estridencia y a la escatología. Todo lo contrario. La ironía en buena parte de los diálogos de la pareja protagonista, donde por su quinto aniversario él le regala a ella un bulldog inglés de pura raza, es, posiblemente, la seña de identidad más firme de la película. Ironía suma que alcanza grados de acidez corrosiva según avanza el metraje.
Todo cambia en sus vidas con “Tresor”, nombre del chucho en cuestión, título original de la película (¿para qué lo han cambiado?) y pivote sobre el que basculan todos los protagonistas “humanos” de la cinta, algunos muy exagerados como el “noble con pedigrí canino”. La pareja en cuestión: Alain Chabat (director de “Astérix y Obélix : Misión Cleopatra” y protagonista de “Noche en el museo 2”) y Mathilde Seigner (“Palacio Real”). Ambos se comportan con buenas maneras de todoterrenos, sobre todo él como marido repudiado. Créditos iniciales muy “Amelie” , tópicos como el uso de las mascotas para ligar, una acertada comparativa perro propio/bebe de tu amigo... y, al final, si no querías taza, taza y media. Si no puedes con tu enemigo, siempre puedes aliarte. En lugar de un perro, dos. El final habla por si solo.