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"Lo hicieron en el bosque": cuestión de suerte...

Parafraseando el último pelotazo musical de Alejandro Sanz, no es lo mismo escribir un buen guión que luego ser capaz de trasladarlo con la misma calidad a la pantalla. Se trata, como parece lógicamente, de un recorrido diametralmente distinto, ¡y si no que se lo pregunten a Paul Auster!. Su legión de seguidores literarios han manifestado desavenencias y discordancias, de distinto grado, con su nueva incursión cinematográfica. El joven Virgilio Fernández, gracias a un guión premiado y financiado a nivel europeo, ha podido recorrer por si mismo este itinerario, y, para hacerlo, ha tenido como compañera de viaje a una historia que manifiesta voluntad y talento pero a la que le faltan grandes dosis de soltura y frescura necesarias que, sin embargo, puede adquirir con el "rodaje" audiovisual.

El argumento, una especie de "road/walk" movie, nos presenta a una joven urbana (Estrella) que debe acudir a un pueblo remoto a realizar una entrevista a uno de los personajes del año. Por el camino, el coche la dejará tirada y encontrará ayuda en un joven del entorno rural (Laro) en el que ella cree quedar atrapada y que, no obstante, le ofrece todo lo contario. El contraste entre la celeridad de la ciudad y el relativismo de los pueblos lo representan Patricia Cercas y Héctor Astobiza. De la protagonista femenina poco se puede decir. Está soberbia y creíble en cada momento, sobre todo en el punto de inflexión narrativo. En lo que al protagonista masculino se refiere, da la sensación de que el personaje y las condiciones intrínsecas del mismo le encorsetan y no le dejan respirar demasiado. Entre medias de un previo y posterior recorrido paisajístico notorio por la geografía del sur de Cantabria, el director muestra maneras al dejarnos, al menos, dos pistas sobre el desenlace de esta historia que, por supuesto y como parece resultar casi obligado hoy en día, tiene giro final esperado desde algunos minutos antes. Si bien algunos planos resultan innecesarios y para una misma escena no hace falta recurrir a tanto cambio de perspectiva, en otros casos resulta envidiablemente clásica la posición de la cámara, formalismo que otros directores deberían experimentar en función de las historias escogidas.

Como conclusión a la historia y después de un flashback intercambiable factiblemente por una narración lineal, su epílogo, quizás innecesario, podría haber tenido otro final alternativo menos idealista y más coherente con la realidad, un halo de sensaciones vitales algo artificiales que envuelve la atmósfera que se respira en cada fotograma. Este primer trabajo, correcto y prometedor desde algunos encuadres, y mejorable desde otros, supone una primera toma de contacto a la esperemos sigan otras que nos permitan comprobar si el aprobado alto es cuestión de suerte o talento innato.