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Crítica: "Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos", por Javier Collantes

El género cinematográfico de las artes marciales obtuvo un éxito arrollador en una época cuando su acción fue una experiencia en cada película que se proyectaba en las salas de cine: saltos, golpes, filosofía... sobre el tapete de un escenario llamado pantalla, una manera de cine de evasión y, sobre manera, de entretenimiento, siempre desde el ángulo del espectador- Otros tiempos en los que el cine tenía diferentes perspectivas, ni mejores ni peores, simplemente diferentes dicho sin falsa nostalgia. En la actualidad, dicho comentario pertenece a las fases de cine-acción con sus variantes, que son infinidad, en exposición, resultados, formas y demás puntos de vista. En esa línea, Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos es un film dirigido con buen pulso narrativo, en su computo general, que recompone el cine de artes marciales junto a la mitología asiática y el cómic saltando la barrera de los superhéroes.


Una manera distinta de romper, en cierto sentido, las habituales normas de Marvel, siendo una de las mejores películas del estudio en su reciente recorrido cinematográfico. Con una adaptación del personaje creado por Steve Englehart y Jim Starlin en el siglo pasado (1973), un personaje, mitad chino mitad estadounidense, se enfrentará a un enemigo a su pasado, a su padre, para pasar, junto a su hermana y su compañera, una serie de aventuras como liberación conjunta propia, de la familia y un pueblo. Como una especie de relato shakesperiano, introduce secuencias magníficas de combates llenas de acrobacias emocionantes -una en un autobús, dos en un edificio-.


Con momentos sensacionales en base a coreografías sincronizadas, diálogos puntiagudos y varias dosis de cierto humor, pasando por un tono más profundo, Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos es, en el fondo, una lectura de cine que cabalga con la aventura, la geopolítica entre Estados Unidos y China, conservando el cine tradicional de filosofía asiática, los contornos de sus escenarios, en una visita a reinos, monstruos, criaturas y especies varias como dragones y serpientes gigantes chupa almas, lo que mantiene sus valores de tradición y, al tiempo, proyecta con efectos especiales bien equilibrados, elementos comunes que junto a las interpretaciones del reparto terminan un casi perfecto acabado de cine muy bien realizado en todos sus sentidos. Cine ¡por fin! de calidad comercial sobresaliente, que gusta y entusiasma, en un hallazgo de lo contrario al estereotipo del héroe al uso... Una excelente película.