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Crítica: "Reminiscencia", por Javier Collantes

Con este titulo tan sugestivo, enredado entre la ciencia ficción, el thriller y el romanticismo, nos llega una nueva propuesta ya vista a lo largo de la historia de este joven arte llamado cine. Sí, es verdad que todas las películas nos remiten a títulos ya vistos anteriormente, pero el cine, como otras artes, nos indica que ¿casi todo está inventado? Sin excusas, sin variedad, pero la condición de una película sale de la autopista de la imaginación y nos lleva a los cuatro vértices de la pantalla. No es una excusa, a favor o en contra de los gustos personales de cada espectador.


Reminiscencia, ambientada en una ciudad de Miami que en gran parte está sumergida bajo el mar, es la historia de un investigador privado que se introduce en el mundo del pasado, el espacio-tiempo, ayudando a sus clientes a recuperar sus recuerdos perdidos y olvidados. Un día su vida cambia cuando aparece una mujer, una nueva clienta, que acude para encontrar un objeto perdido, un nuevo trabajo para el que bucear en la bañera de los recuerdos y que se convierte en una peligrosa obsesión, un proceso inmersivo en el que además descubre la consiguiente conspiración de turno.


Dirección impecable en ambientación y estética, e interpretaciones presentables de Hugh Jackman, Rebecca Ferguson y Thandie Newton, componen un film irregular, con momentos de telenovela y diálogos empalagosos, a mucha distancia del universo Nolan. No es Memento ni Origen, pero tampoco Desafío total, Blade Runner ni film noir, aunque sirva como homenaje al género. De confusa trama distópica con una sociedad casi apocalíptica entre clases y cambios climáticos, Reminiscencia, que castiga con una voz en off de poesía barata y refencia a Orfeo y Eurídice, es poco más que un holograma modernista.