El universo de los superhéroes del cómic trasladado a la pantalla grande se encuentra en una fase de éxito arrollador, un espacio de exposición narrativa en el que se confrontan entretenimiento espectacular y profundidad argumental, el enorme poderío de los efectos especiales y el humor que, no pocas veces, oculta vacíos de contenido en fondo y forma. De vez en cuando surgen títulos que rompen la normalidad establecida con una mayor libertad en sus personajes, olvidándose, de modo consciente, de la exposición pirotécnica y el ruido, los personajes que vuelan y los diálogos sin sentido en base a una filosofía tan pobre como innecesaria.
El director Todd Phillips, conocido por comedias curiosas y divertidas, nos acerca a un personaje fascinante, Joker, el enemigo de Batman, partiendo de una nueva visión del comediante frustrado, del payaso del crimen, el psicótico enredado en la locura, sostenido en la soledad, el desprecio de la sociedad, el descubrimiento de un secreto familiar... Dolor y ensoñaciones conforman su realidad en este acertado tratado de los problemas mentales, un festín de reacciones, miradas, humor y violencia en un film que explora una ciudad, Gotham, sumida en el caos y la desesperación de la clase social menos favorecida cuya puesta en escena es sobrecogedora.
Con una fotografía extraordinaria, planos con ángulos descriptivos, primeros planos sobrecogedores, travellings vertiginosos y excepcionales, y un ritmo narrativo que roza la maestría, Joker es un vuelco sobresaliente al binomio cine-cómic al uso. Simplemente por los registros interpretativos, en especial por el perfecto Joaquin Phoenix en sus gestos y miradas -pero también el recuperado Robert De Niro-, la película es una lección de cine plagada de secuencias y escenas inolvidables, diálogos contundentes, acción y violencia... todo un tratado del comportamiento de Joker en una doble condición tan liberadora como mesiánica.
Las referencias cinematográficas a Tiempos modernos, Malas calles, El rey de la comedia... las canciones, entre otros, de Frank Sinatra o Gary Glitter... todo encaja en el propio relato sobre la personalidad de un individuo que se mueve entre sus traumas, el sufrimiento y la venganza. Con un más que merecido León de Oro en el Festival de Venecia, Joker es una historia áspera y oscura en torno al alma humana que, evidentemente, disgustará al espectador que sólo espera efectos especiales, los típicos fondos de cine y la acción por la acción. Joker es otra cuestión cinematográfica, es magnífica, magistral, una obra de arte de principio a fin.