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Crítica: “El reino”, por Paco España

El director y guionista madrileño Rodrigo Sorogoyen se está mostrando como uno de los directores cinematográficos con más pulso y más en forma de cine español actual. Después de haber estado nominado a los Goya en 2013 como mejor director novel por Stockholm -la película que daría a conocer al gran público a la estupenda Aura Garrido-, y en 2016 como mejor director y guionista por Que Dios nos perdone -año en el que se encontró con el muro gigante que vino a vernos de J. A. Bayona-, es posible que este año pueda ser el suyo.


Sorogoyen muestra en El reino su enorme capacidad por crear personajes que, con unas breves pinceladas, ya se muestran bien definidos, capacidad ésta que ya se pudo ver en el divertido y cinéfilo cortometraje El iluso. Otro cortometraje, Madre, le hizo acreedor del premio Goya, esta vez sí, además de muchos otros reconocimientos, entre ellos el de la pasada muestra Piélagos en Corto.


El reino cuenta con un excelente grupo de actores y actrices, encabezado por Antonio de la Torre, en un personaje que también apunta muy alto para su actor. Además, José María Pou, Nacho Fresneda, Ana Wagener, Bárbara Lennie, Luis Zahera, Mónica López y muchos otros que, aunque disponen de papeles más cortos, no son menos importantes. Todos ellos intervienen en un thriller sobre el descubrimiento de un entramado de corrupción política y sus consecuencias inmediatas. Su banda sonora, sobro todo en su primera parte, percute en el subconsciente del espectador, consiguiendo una inquietud permanente que altera constantemente su ánimo.


Así, de primeras, parece que el argumento puede resultar familiar: pelotazos urbanísticos, mordidas, comisiones interesadas, libretas donde aparecen iniciales de nombres… Todos estos elementos han aparecido en los medios de comunicación del pasado, o mejor, del presente de España. La película deja bien claro que no son solamente culpables los ejecutores corruptos, también la complicidad de los poderes mediáticos juega un papel muy importante en esta cuestión.


Ojalá El reino trascienda como película y llegue a calar en el acervo cultural español, y que, de una vez por todas, quede claro que un político que se apropia de dinero público no sólo roba para enriquecerse, sino que empeora las posibilidades de dar una buena educación, de dar acceso a una sanidad de calidad, de dar un final digno a las personas mayores, del resto de ciudadanos, en definitiva, crea un gran perjuicio a todos los españoles cuya mayor aspiración es sacar adelante su familia y llevar una existencia digna y honesta.