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Crítica: "Las leyes de la termodinámica", por Paco España

Como has tenido la amabilidad de comenzar a leer esta reseña, voy a intentar no hacerte perder el tiempo ya que lo valoro, al menos, como al mío mismo, cosa que no parece ser compartido por los responsables de esta película. Las leyes de termodinámica me ha parecido la estupidez más vacua y rayante que he visto en los últimos años, de hecho no me ausenté de la sala a los treinta minutos por mi compromiso de escribir estas líneas, algo que no podría hacer de haberme ausentado. Ahora, si decides seguir leyendo o acudir a su visionado, es de tu exclusiva responsabilidad.


A lo largo de veinte años de carrera, su director Mateo Gil no ha sido muy prolífico, pero sí ha demostrado su talento. Ha realizado tres cortometrajes: el primero Allanamiento de morada (1999), con Eduardo Noriega, un magnífico trabajo digno de aparecer en la antología de mejores cortometrajes del cine español; 10 años después, Dime que yo (2008), un estupendo trabajo sobre la pareja y el egocentrismo; y Regreso a Moira, para la serie de televisión Historias para no dormir, continuación de la semilla que puso muchos años atrás el enorme Narciso Ibáñez Serrador.


En cuanto a sus largometrajes, figuran Nadie conoce a nadie (1999), estupendo thriller de Semana Santa, también con Eduardo Noriega; Blackthorn. Sin destino (2011), con Sam Shepard y de nuevo su habitual actor cántabro; y Proyecto Lázaro (2016), una interesante reflexión sobre las posibilidades humanas y económicas de la resurrección en el futuro de personas crionizadas.


Las leyes de la termodinámica atormenta con voz en off casi permanente sobre teorías físicas como las que se pueden ver en los documentales de National Geographic, con voz en castellano y por debajo la voz en versión original. Cuando no es así, la tortura viene dada por la voz en off del personaje protagonista, Vito Sanz, al que se puede ver en la serie de televisión Vergüenza, que despliega una serie de tics y mohines muy alejados de lo que puede ser un buen trabajo interpretativo.


En el reparto también intervienen Berta Vazquez (Vis a vis) y 'Chino' Darín (La Reina de España), ambos con un evidente atractivo personal pero con todo por demostrar a nivel interpretativo, fuera de la importancia que puedan tener en las páginas de 'papel couché'. Solamente los trabajos de Josep María Pou (Blancanieves) e Irene Escolar (Bajo la piel de lobo) se pueden salvar del desaguisado. Mateo Gil –director y guionista- nos ha perpetrado una 'chorrada' mayúscula sobre las relaciones de pareja más superficiales que, además, en los últimos compases de la película amenaza con una continuación, 'Oh, my God'.