Ya que sus responsables hacen mucho hincapié en no desvelar el final de la película, intentaré, en las próximas líneas, no hablar del mismo. Aunque quizás sea un poco grandilocuente tal pretensión, ya que el que suscribe se dio cuenta del desenlace transcurridos veinte minutos de metraje y no es especialmente suspicaz en lo que a adivinar finales se refiere.
Su director, Oriol Paulo, ya dirigió hace cuatro años otra película de similares características, "El cuerpo", y, como aquella, "Contratiempo" tiene coincidentes virtudes y adolece de los mismos defectos. La película se plantea como un juego de engaño, nada es lo que parece, todas las piezas argumentales van apareciendo sobre la mesa a modo de puzzle y comienza el juego.
Todo va bien hasta que alguna pieza solamente encaja a martillazos, lo que sucede en varias ocasiones. Lo mejor en este momento es olvidarse de las inverosimilitudes y disfrutar de sus virtudes, que las tiene. Formalmente es impecable. Posee imágenes de gran belleza, como es el caso del hotel de montaña con gran parecido al de "El resplandor".
Y, sobre todo, los grandes intérpretes que trabajan en ella: el televisivo ("Merlí") Francesc Orella, el siempre eficaz José Coronado, y dos actrices bárbaras -una que se apellida Lennie, en un estado de forma interpretativa envidiable, y otra de apellido Wagener, que realiza un trabajo extraordinario y lleva la mayor tensión de la trama con una eficacia enorme-.
El protagonista de la película es Mario Casas, que, en alguna próxima ocasión (ya que en ésta no se ha producido), nos regalará algún trabajo de mucha calidad. Estuvo cerca en "Toro" o "Mi gran noche". De momento sigue cubriendo los papeles que hacen que los jóvenes se acerquen a la sala de cine, en este caso no creo que se produzca, mientras pasa el tiempo de dejar de ser una joven promesa y llegar a ser un acto maduro.