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Crítica: "R3sacón", por Marta Ingelmo

Esta vez la aventura no empieza con una boda sino con un funeral, el del padre de Alan (Zach Galifianakis). Los amigos protagonistas de la franquicia, preocupados por la salud mental de Alan, deciden acompañarle a un centro de rehabilitación. Nada más empezar su viaje se encontrarán con Marshall (John Goodman), un mafioso que les obligará a responsabilizarse de los cabos sueltos y deudas pendientes que, sin saberlo, ocasionaron sus salvajes aventuras primero en Las Vegas y luego en Tailandia.
En este berenjenal tendrá mucho que ver el que se acaba convirtiendo en el verdadero protagonista de esta tercera parte. Se trata del asiático con cara de loco Leslie Chow, interpretado por Ken Jeong y que recuerda demasiado al papel que el mismo actor interpreta en la 'sit-com' norteamericana "Community". Esto da que pensar que este médico estadounidense no sabe hacer otra cosa, pero hay que admitir que, dentro de su papel de perturbado imprevisible, está bastante bien.
Volviendo a la película. El director Todd Phillips no arriesga en la que se vendió como la más disparatada de las tres de la saga. Aunque esta vez no repite la estructura en la que los protagonistas van reconstruyendo la noche anterior en el día del 'resacón', las claves de la comedia son las mismas. También lo son los roles de los personajes.
El tarado de Alan se reparte la carga cómica de la película con el señor Chow. El dentista Stu (Ed Helms) vuelve a ser el peor parado, en el que quizás sea el momento más hilarante de la película y que no llega hasta los créditos finales. Una vez más, Doug (Justin Bartha) es el pringado al que secuestran. Y el guaperas del grupo, Phill (Bradley Cooper) aporta poco más que eso, su cara de guapo. 
Este 'road trip' les hará pasar por Tijuana, para acabar otra vez en las Vegas. Con su vuelta a este punto de partida de la historia, aunque consigue sacarnos alguna carcajada, la película se convierte en poco más que un homenaje a la primera e insuperable parte.