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Crítica: "El hombre de acero", por Pelayo López

Una de dos, ¡o la capa se le ha enganchado en la puerta de la cabina o le ha mareado el vuelo estilo 'el gran héroe americano'!. Con un actualizado diseño de mallas 'marcando' tendencia, el otrora Superman, ahora 'El Hombre de Acero', padece la compleja bicefalia de una doble paternidad. Mientras el principio y el fin, en tono caótico y apocalíptico, brotan de los puños supraviolentos de Zack Snyder, la travesía en el desierto neoplanetario, en clave de 'masterclass' sobre la 'doble moral' que encierran el bien y el mal, representan la complejidad mental narrativamente hablando de Christopher Nolan. El descubrimiento de una identidad, la experimentación del neófito y la contención de la madurez, la confrontación presente entre el pasado y el futuro... rivalizan con los riesgos de la explotación planetaria, la conveniencia de las 'estirpe-cracias' y/o la selección natural...
La mano del director de "300", "Watchmen" o "Sucker Punch" se nota en los primeros 20 minutos y en los últimos 45, un despliegue visual de 'concept-art-design' lleno de 'replanteos'/reencuadres y de fuegos fatuos en un 'totum revolutum' destructivo que atraviesa paredes de todo tipo... y también la pantalla del cine. El metraje intermedio, consistente en una autoexploración identitaria, sufre en manos del 'redentor' de 'Batman' un centrifugado de ida y vuelta, presente y pasado, y un reciclado de moralina discursiva entre distorsiones sensoriales. ¿Momentos emotivos?. Pues como mucho dos... y ambos en su componente terrenal (mucho más próxima y afín): la segunda orfandad paterna o la incontenida defensa materna.
Respecto al reparto interpretativo: el nuevo Superman, Henry Cavill, suma músculos y frialdad; Michael Shannon, el General Zod, construye un rival antagonista y convincente en su ceguera por culminar un objetivo para el que fue 'clonado'; la nueva Lois Lane, Amy Adams, rezuma dulzura y picaresca, así como reivindica un periodismo neutro y objetivo; si tuviera que elegir entre los progenitores biológicos o los adoptivos, me quedo con los segundos (Russell Crowe y Ayelet Zurer no pueden apenas ser juzgados, mientras que Kevin Costner y Diane Lane demuestran que, pese a la edad, siguen siendo una pareja con mucho que aportar); aunque, sin duda, me decanto por Antje Traue, actriz alemana convertida en la lugarteniente Faora, una mujer de armas tomar en todos los sentidos.
¡Ah, bueno!. Sí, al final hay beso medio húmedo entre los labios de hielo de Superman y la sonrisa picarona de LL... ¡y qué decir del guiño de la militar de risa floja por lo bueno que está el nuevo y todopoderoso 'aliado' del US Army!. Claro está: mientras no toques los Estados Unidos, ¡el resto del planeta es todo tuyo, chico!. Ya lo dice el propio 'S': "Me he criado en Kansas". Nueva prueba de patriotismo... y sin ser 'el mago de Oz'. Mucho superhéroe, mucho superpoder... ¿pero cómo terminan todos ellos superando sus diferencias?. ¡Pues a puñetazo limpio, en una confrontación cuerpo a cuerpo, con un filo escondido bajo una manga o partiendo el cuello al oponente!. ¿Acero o hierro fundido?. 'S' de esperanza, no 'S' de Superman.