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Crítica: "In time", de Andrew Niccol, por Pelayo López

Avalado por una ópera prima prometedora como "Gattaca", Andrew Niccol parece perder fuelle. Su última incursión tras las cámaras, "In time", parte de una premisa argumental interesante, pero, tras un arranque alentador -como ya ocurría en otro de sus títulos: "El señor de la guerra"-, se queda sin aliento. Precisamente, disponer de una idea realmente atractiva para el espectador, la de un mundo dominado por el dominio e intercambio del tiempo en todas sus expresiones hasta el último segundo, parece haber terminado con las opciones de un guión que no se ha cuidado lo suficiente. ¡Y parece mentira!. Con libretos como "El show de Truman" o "La terminal" en su curriculum, parece más difícil haber tomado la decisión menos acertada a la hora de conducir a los personajes principales por una trama que termina resultando de interés relativamente mucho menor al esperado.

El cronómetro se pone a cero con referencias 'chaplinianas', e incluso 'metropolitanas', que deparan un encuentro fortuito que sitúa al protagonista al alcance de revertir la situación de un mundo injustamente racionado, aquí desde el punto de vista del paso del tiempo en una clara referencia al mercantilismo especulativo que hoy en día lastra en crisis a un planeta globalizado 'a medias'. El germen reflexivo pronto de 'cortocircuita' y se deja 'avasallar' por un desarrollo argumental cómodo en el ámbito de la acción más supuesta. Así pues, ralentización y deterioro de la intensidad que acaba por 'distraer' la atención del espectador. Alguna persecución automovilística y carreras varias por las calles de unos suburbios poco creíbles como tales, demasiado 'arreglados', 'aletargan' el metraje. Solamente rescataremos la pelea a 'pulso' en un hotel de serie B cuyas normas y desenlace, curiosamente, ya nos han sido reveladas minutos antes.

Ante tal panorama, el reparto hace lo que puede. Sin desmerecer en ningún caso, el trío protagonista tampoco ofrece lo mejor de sus carreras. Justin Timberlake encaja en un puzzle de este tipo, Amanda Seyfried no abandona por completo la 'capa roja' que sustituye por una peluca pelirroja que le otorga unos rasgos interpretativos diferentes, y Cillian Murphy con su coche y vestimenta de cuero intenta cumplir el expediente sin saber muy bien dónde se ha metido. No obstante, secundarios como Vincent Paul Kartheiser ("Mad men") y Alex Pettyfer ("Soy el número cuatro") aprovechan con creces su poco tiempo en pantalla a modo de tarjeta de presentación. De una ciencia-ficción presentada en dígitos verdes a una suerte de 'alunizaje' en forma de furgón blindado al más puro estilo "Bonny & Clyde", así se resume el itinerario cronológico de una película que, contra lo que pudiera pensarse, invita en más de una ocasión a echarle un vistazo al reloj.