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Crítica: "Fuga de cerebros 2, ahora en Harvard", de Carlos Therón, por Pelayo López

Si "Fuga de cerebros" resultaba una película de dudosa credibilidad y reputación, su continuación, trasladada ahora a una universidad de Harvard con aspecto comillano totalmente desacertada y fuera de lugar, no logra matrícula de honor pero, al menos, con una fórmula repetida y 'copy & paste' del género 'teen', roza el aprobado, dependiendo del rigor del espectador de turno, en lo que a entretenimiento puro y duro se refiere. No estamos ante la 'asignatura hueso', quizás seguramente más cerca de la 'maría' del curso, pero el cambio de aires de los responsables delante y detrás de las cámaras la permite, al mismo tiempo, aprobar en la taquilla y ser vapuleada por la crítica una vez más. ¡Y no es para tanto en ninguno de los dos casos!. ¡Ni siquiera hay carne chicha (uno de los alicientes de este tipo de cintas)!. ¡Sólo unos 'colacaos' desperdiciados por derrame!. ¡Qué se lo digan a Flippy!.

El protagonista de la escapada viaja a Harvard con la intención de mantenerse cerca de la chica que le gusta, con la coincidencia de que la 'girl' en cuestión comparte habitación con su amor platónico de la infancia. El 'primo' Adrián Lastra deambula por el metraje, salvo cuando se re'coloca'. Al final, todo se resume en ¿la rubia o la morena?. O sea, o Patricia Montero o Paula Prendes. Particularmente, la segunda opción sería mi primer plato, no en vano las raíces asturianas que ha pastado la exSLQ son una perdición personal. Como el prota se queda con la primera, que el resto de los espectadores pidan una cita con la exreportera alojada ahora en el "Gran Hotel" para darle al micrófono, una de las escenas más entrañables de la película. Para colmo, el personaje central llega a la 'uni' con un peculiar equipaje: los atípicos amigos de su hermano, con quien curiosamente comparte esta misma experiencia vital. Demasiados coprotagonistas en paralelo cuando sólo dos de ellos aportan simpatía y frescura esperpéntica al metraje. El cameo de David Hasselhoff, uno de los marketing virales más destacados en la promoción de la película, no resulta convincente ni por mucho divertido.

¡Cuidado con las 'pipetas'!. Momentos divertidos como la secuencia en la 'casa del rifle' o el 'popurri'karaoke contrastan con la presencia reiterativa de escenas típicamente americanas, como el 'bodorrio' o el paso por la comisaría de turno. Por tanto, irregular según el tramo de la película, se echa en falta, habitual en las cintas en las que se mira, una presencia más destacada de una banda sonora con canciones pegadizas, si bien no se dejan de lado, incluso, los momentos 'ñoños' como la escena 'bajo cero' ensoñadora. Menos lamentable de lo presupuesto y más divertida de lo esperado.