Habituado a las historias con moralina social y análisis de las relaciones personales, como "Casual day", Max Lemcke sigue frecuentando temáticas de actualidad en esa doble vertiente, ahora con las múltiples aristas de la burbuja inmobiliaria en primer plano. La especulación urbanística de constructores y políticos barre, como es de entender pero no se siempre se repara en ello, no solo con los terrenos sino también con las personas que depositan sus ilusiones y dinero en las entradas de su propia vivienda. Sin embargo, aunque el tiempo siempre juega a favor de los primeros, la persistencia de los segundos puede contrarrestar tan desfavorable circunstancia.
Emilio Gutiérrez Caba y Manuel Morón dejan sin futuro y sin sueño a la pareja formada, una vez más en condición de matrimonio de hecho profesional, por Fernando Tejero y Malena Alterio. Si bien ninguno ofrece una interpretación excesivamente brillante, el reparto en conjunto demuestra cierta solidez, fundamentalmente Morón, uno de nuestros mejores secundarios en activo.
La película refleja de manera certera tanto el comportamiento de constructores y políticos, espectadores ante una (in)justicia cuasi-cómplice con acuerdos de conveniencia en la manga, como la desesperación primera y posterior desintegración de la pareja compradora o la asociación de afectados: la captación de posibles víctimas conocidas en unos urinarios en pleno convite nupcial, el cambio de una sede social que pospone 'sine die' el juicio contra los especuladores, el traslado de la habitación en casa de los padres de uno de los miembros de la pareja a ocupas de un piso piloto, las ausencias laborales continuadas que terminan en despido, la unidad de los afectados saboteada por el goteo de bajas... de los días de vino y rosas, que se prometían felices, al 'aquí te quedas con lo puesto' o de la falta de diálogo a las propuestas desalentadoras a la baja en forma de piso alternativo o limosna económica.
La síntesis de un hombre acorralado entre la espada y el vacío sin pared de su propio e inexistente piso, sueños de propiedad sobre un armazón de cemento licuado. Si bien la primera y la última parte captan la atención del espectador, el desarrollo intermedio sobreviene plácidamente en una vaguada sin demasiado interés por lo excesivamente reiterativo. Buenas intenciones encerradas en situaciones creíbles con diálogos faltos de personalidad y chispa. Lo mejor: la invitación a tomar el toro por los cuernos ante la pasividad del sistema si se está dispuesto a asumir las consecuencias de la justicia poética. Al ver la escena inicial y el 'trapicheo' en los despachos de turno: 'si te dejan en la estacada, estacazo al canto'.
La película refleja de manera certera tanto el comportamiento de constructores y políticos, espectadores ante una (in)justicia cuasi-cómplice con acuerdos de conveniencia en la manga, como la desesperación primera y posterior desintegración de la pareja compradora o la asociación de afectados: la captación de posibles víctimas conocidas en unos urinarios en pleno convite nupcial, el cambio de una sede social que pospone 'sine die' el juicio contra los especuladores, el traslado de la habitación en casa de los padres de uno de los miembros de la pareja a ocupas de un piso piloto, las ausencias laborales continuadas que terminan en despido, la unidad de los afectados saboteada por el goteo de bajas... de los días de vino y rosas, que se prometían felices, al 'aquí te quedas con lo puesto' o de la falta de diálogo a las propuestas desalentadoras a la baja en forma de piso alternativo o limosna económica.
La síntesis de un hombre acorralado entre la espada y el vacío sin pared de su propio e inexistente piso, sueños de propiedad sobre un armazón de cemento licuado. Si bien la primera y la última parte captan la atención del espectador, el desarrollo intermedio sobreviene plácidamente en una vaguada sin demasiado interés por lo excesivamente reiterativo. Buenas intenciones encerradas en situaciones creíbles con diálogos faltos de personalidad y chispa. Lo mejor: la invitación a tomar el toro por los cuernos ante la pasividad del sistema si se está dispuesto a asumir las consecuencias de la justicia poética. Al ver la escena inicial y el 'trapicheo' en los despachos de turno: 'si te dejan en la estacada, estacazo al canto'.