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Crítica: "Capitán América: el primer vengador", de Joe Johnston, por Pelayo López

Siguiendo la reciente línea de trasladar a la gran pantalla todo superhéroe que se precie, el último en acaparar la atención mayoritaria de los espectadores en el cine es el Capitán América, si bien no es la primera vez que vez sus característicos atuendos en formato celuloide. Sin embargo, lo cierto es que, más allá de lo trasnochado de sus versiones anteriores, la nueva adaptación de sus historietas sobrepasa con creces las notas de sus antecesores en argumento y puesta en escena. Para comparación con títulos recientes de corte similar, baste decir que se encuentra por detrás de "X-Men: primera generación" y por delante de "Thor" o "Green Lantern". A pesar de un guión mucho más trabajado que la media de cintas sobre superhéroes, y aunque los efectos especiales logren efectos virtuales de meritorio prestigio -sin anabolizantes-, lo cierto es que, como se puede entender, cada vez resulta más difícil sorprender al espectador medio de este tipo de producciones.

70 años después de su aparición de manos de la Marvel, las barras y estrellas vuelven a irrumpir con igual fuerza. Con los norteamericanos uno nunca sabe si están vanagloriándose o se están haciendo autocrítica... No obstante, tiendo más a pensar de la segunda forma puesto que, al fin y al cabo, esta historia sólo rezuma 'american life design' por todos sus fotogramas. De hecho, el Tío Sam y el Capitán América rivalizan en la gran pantalla por hacerse con el lugar de honor del icono yankee por excelencia. De semi escuálido a indestructible. Este es el camino de Steve Rogers, alter ego humano del Capitán América, en sus inapreciables 2 horas de metraje. En su lucha contra los nazis, los norteamericanos crean el prototipo de supersoldado. Su enemigo: Cráneo Rojo. Y todo ello con una ambientación retro bastante lograda. Mientras la primera parte se estructura con secuencias demasiado largas que sirven para conformar la afinidad del espectador con el protagonista, la segunda mitad se acelera con numerosas secuencias de acción mucho más breves, a excepción, lógicamente, de la batalla final. Curiosamente, algún plano nos recordará, inevitablemente, a "La guerra de las galaxias", incluso otra a "La batalla del planeta de los Ewoks". De por medio, temáticas como la superación personal ante las adversidades, la parafernalia mediática como arma bélica -un número musical interesante-, los flirteos nazis con el esoterismo y lo paranormal, o las divisiones internas que emergen cual 'hydra' para acabar fagocitando el 'alma mater'...

En el apartado interpretativo, Chris Evans sirve para el perfil de Capitán América -de niño bueno ensalzado en superhéroe generacional-, aunque no logre transmitir demasiadas sensaciones. Un papel que ya vistió en "Los 4 fantásticos". Quienes mantienen el nivel alto son secundarios como Tommy Lee Jones, Stanley Tucci o Hugo Weaving, quien no deja el cuero de "Matrix" para dar rienda suelta a su maldad tras la esvástica. La chica es Hayley Atwell, británica a la que recordamos, curiosamente, en "El sueño de Casandra", de Woody Allen. Con su permanente y labios rojizos destacadosparece emular a Kate Beckinsale en "Pearl Harbor". Como curiosidad, la saga de industrias Stark aparece representada ya en su faceta de 'científico loco' en esta historia, y, como aliciente, alguna píldora humorística que busca más la sonrisa que la carcajada. Al mando, Joe Johnston, quien parece haber aprovechado el entrenamiento que en su día supuso para esta superproducción su labor de realización en "Rocketeer". Como resumen, rescatamos el epílogo final, a su vez el preludio de lo que será el macroproyecto de "Los vengadores", un lastre del que, sin duda, da la sensación de que este título no puede abstraerse al dar la impresión de ser meramente los fuegos previos a la gran traca final que esta por llegar.