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Crítica: "Las vidas posibles de Mr. Nobody", de Jaco Van Dormael, por Ana González

En el año 2092, las personas viven en un tedioso paraíso terrenal: jóvenes, guapos e inmortales. Mr. Nobody es el único árbol de la ciencia que les queda, el hombre más viejo y además mortal. Estas gentes intentan beber de la fuente de la sabiduría a través de la vida de Nobody, pero este anciano les confunde a ellos y a mí (como espectadora). La película de Jaco Van Dormael tiene un argumento muy sencillo: la vida que nos vamos construyendo a cada paso con nuestras decisiones, por muy pequeñas que sean.

Un Nobody niño tiene que tomar la decisión, cuando sus padres se divorcian, de con quien de ellos quiere vivir. Quizás la escena mas conseguida de toda la película, un niño en mitad de una estación de tren que al ver alejarse a su madre echa a correr intentando alcanzarla a la vez que mira a su padre desolado esperando que no se vaya. Nobody anciano nos cuenta como serían los dos caminos elegidos y todos los caminos que tendrá que ir sorteando a lo largo de unas cuantas vidas posibles: diferentes esposas, diferentes hijos, diferentes profesiones… En una de éstas, un Nobody científico nos da unas cuantas lecciones sobre la teoría del caos, el efecto mariposa... para intentar darle a la película un status que no le corresponde.

Muy larga esta película para una idea tan sencilla, porque se pierde en un guión enrevesado. Demasiadas vidas, tantas como el director ha querido, y nos perdemos todos porque nos puede la curiosidad y queremos saber qué es lo que le pasa a Nobody anciano para no querer decirnos cual de todas esas vidas era la suya. No sé dónde quiere ir el director, pero les cuento lo que yo he sacado de todo este embrollo, que puede que sea también su moraleja, pero desde luego habría que preguntárselo a él: de momento somos mortales, sólo tenemos una vida que la vamos construyendo con lo que nos dejan decidir (formamos parte de una sociedad y sus reglas), que hay que vivirla intensamente, saber encajar los tropezones... Y como me gustan mucho las frases les voy a recordar una: “si lloras por que no ves el sol las lágrimas te impedirán ver las estrellas” (R. Tagore). Si llegamos a viejos, etapa final de la vida, que nos dejen disfrutar con nuestros recuerdos y como la naturaleza es sabia, en esa fase de la vida el cerebro ya maltrecho elige los mejores. Como Nobody: su último recuerdo antes de hacerse inmortal fue para su infancia cuando sus padres aún estaban juntos.

Una película confusa. Se sale con la sensación de haber perdido 130 minutos de vida. Ojalá hubiera tomado otra opción para pasar una tarde de sábado, pero claro, si hubiera tomado otra opción ahora no podría contarles que esta película no merece la pena. Quedan avisados. Me falta comentar un poquito los actores, pero me quedé sumergida en tantas vidas que no les presté la atención debida. Aún así, me quedo con Toby Regbo, un Nodoby adolescente, una discreta Diane Kruger (“Troya”, “Malditos bastardos”), una llorica Sarah Polley (“Mi vida sin mí”, “La vida secreta de las palabras” de Isabel Coixet), un inexpresivo Jaret Neto en el papel de Nobody adulto… Esta película fue premiada en el Festival de Sitges 2009 al Mejor Maquillaje (Nodoby viejo). FIN