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Crítica: "El americano", de Anton Corbijn, por Luis Lazarich

"El Americano” es una película distinta. El ritmo es el de un film que nada tiene que ver con los títulos a los que el género de asesinos a sueldo nos tiene acostumbrados. Durante todo el metraje, tenemos la sensación de estar absortos en una historia que parece narrada a la vieja usanza. Jack es un asesino que tras un trabajo en Suecia decide esconderse en un pueblecito italiano. Allí encuentra la amistad en el sacerdote local y el amor en Clara, una prostituta de la región con la que empieza a intimar. Sin embargo, Jack comienza a plantearse su estilo de vida.

El director es el holandés Anton Corbijn, quien en los 70 llegó a convertirse en un importante fotógrafo del mundo de la música. En los 80, empezó a experimentar con el vídeo, convirtiéndose en director de videoclips, trabajando para grupos como Depeche Mode, U2... y más recientes como The Killers o Coldplay. Todo esto nos pone en antecedentes de que estamos ante un director con una mirada distinta a lo habitual. El ritmo domina en todo momento la narración. Son los ojos y gestos faciales de Clooney los que nos guían por toda la escena.

Es imposible evitar que se te vengan a la mente los planos de duración interminable de películas como “El tercer hombre”, con una carga visual muy fuerte. Muy buenas actuaciones acompañan a un film que para verlo y disfrutarlo hay que tener algo de paciencia. Por desgracia, no gustará al público en general porque no cumple con la regla que el espectador espera en este género, y es posible que la falta de acción sea la culpable.