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Crítica: "Distrito 9", de Neill Blomkamp

Está claro que, por muy buena película que una sea, si no se cuenta con una promoción viral en toda regla, poco se puede hacer contra otros títulos que desarrollen la estratégica más demandada en el celuloide actual -"El proyecto de la bruja de Blair" marcó el camino seguido recientemente con un salto cuantitativo y cualitativo por "Monstruoso"-. La nueva producción del todopoderoso Peter Jackson, "Distrito 9", es un buen ejemplo de ambas cosas. Por un lado, una efectiva campaña publicitaria la situó en la órbita del público; por otro, una intachable factura general la sitúan entre lo mejorcito de lo que hemos podido ver en lo que va de temporada, y no nos referimos solamente al verano. Al responsable de la saga de los anillos le une con el director su obsesión con el videojuego "Halo", motivo por el que ahora Neill Blomkamp ha dado el salto a la dirección cinematográfica tras haberse convertido por derecho propio en uno de los mejores artífices de efectos especiales -series como "Smallville" sirven como tarjeta de presentación para estos magníficos ETs con forma de "Transformers"-.

Esta historia de ciencia-ficción en plan "Independence Day", o más incluso en la línea de la serie "V" -sobre una nave extraterrestre que llega a Johannesburgo (Sudáfrica) y se queda allí parece que estropeada con la consiguiente avalancha masiva de extraterrestres aficionados a devorar comida de gatos y sembrar el caos-, proviene de un corto del propio director titulado "Alive in Joburg". Extendiendo y puliendo esa idea, esta cinta fresca y dinámica durante todo el metraje, lo que no te permite en ningún momento abandonar la butaca, cuenta con el formato documental como uno de los grandes aciertos para narrar este argumento sobre las repercusiones sociales y geopolíticas de las relaciones conflictivas entre nuestra civilización y una alienígena, además del uso de la cámara en mano que para nada resulta mareante como otras muchas veces sino que está tratada con suma precisión. Con una crítica latente también al apartheid y su "campo de concentración", los humanos decidimos aislar en una zona aislada a los recién llegados. Sin embargo, el tiempo pasa y las tensiones van incrementándose y haciéndose insostenibles, hasta el punto de tener que alejar más el lugar de residencia extraterrestre de la población humana. Como siempre, aquí se produce el punto de inflexión con una infección humana que convertirá al antihéroe protagonista de la historia en un mutante.

El desconocido Sharlto Copley es Wikus Van de Merwe, personaje anónimo apasionado de su trabajo y de su vida familiar que se derrumba de la noche a la mañana por este fatal acontecimiento y que seguro ha quedado ya registrado en las mentes de los devoradores de cintas de culto como la presente, sólida donde las haya en todos los sentidos salvo por algunas pequeñas lagunas que también debemos mencionar, sobre todo, en el caso de los extraterrestres. Si durante la primera mitad no se dan demasiadas explicaciones sobre esta raza forastera -construyen naves interestelares pero son incapaces de ordenar un campamento (se explica como que han muerto todos los líderes vagamente)-, en la segunda la marabunta de alienígenas desaparece literalmente para quedar reducida a un puñado necesario para el cara a cara del primer plano argumental. Otro de los handicaps, al menos personalmente, es el exceso de sentimentalismo a la hora de plasmar la relación evolutiva de la pareja de héroes humana y extraterrestre.

Alrededor de esos soportables lastres, muchos aciertos, algunos ya mencionados, otros como la aridez fotográfica en consonancia con los escenarios narrativos la apuntamos ahora para seguir la estela de cintas como "Black Hawk derribado" o "Mad Max". En esa misma orla, destacar igualmente que, aunque no se elude, la sangre no se derrocha salpicando continuamente la pantalla, algo que sinceramente se agradece, pese a exhibir nociones vistas ya como la mutación en "La mosca". El final trágico que se ve venir, llega. No obstante, tan brillante es la cuadratura del círculo que esas mismas sensaciones previas se confirman con la apertura de la posibilidad de una secuela que a buen seguro llegará.