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Crítica: "La conjura del Escorial", de Antonio del Real

Son loables, sin duda alguna, los intentos del cine español por acercarse al género histórico. Sin embargo, a diferencia de los ingleses y nuestros vecinos franceses, esos acercamientos suelen resultar fallidos y terminan naufragando cual "armada invencible" pese a contar cada vez con mayores presupuestos y repartos más internacionales. Tras "Alatriste" o "Los Borgia", el último en intentarlo es Antonio del Real, director de quien, a priori y por su afinidad con la comedia -olvidables son lógicamente la mayoría de sus trabajos como "Desde que amanece, apetece" o "Trileros"-, no se entiende este cambio tan brusco del que no sale demasiado bien parado. Para los cántabros, no obstante, la cinta tiene algún punto de interés, como el origen cántabro de uno de los personajes de la trama, la relación indirecta de algún otro y la presencia de Santander, aunque sólo sea de refilón, en pantalla.

Con la pretensión de "exportar" la película a otros mercados, dada la preponderancia española en la época narrada por medio mundo, el rodaje en inglés se ha convertido, por el contrario, en el principal handicap para la credibilidad de la cinta dentro de sus propias fronteras. A pesar de que nuestros actores se doblan a si mismos, lo cierto es que nunca resulta igual. Mientras Juanjo Puigcorbé, Rosana Pastor o hasta el "españolizado" Fabio Testi, quién nos lo iba a decir, consiguen minimizar ese efecto por su buen hacer, lo de Jordi Mollá chirría tanto que, de hecho, creo haberle visto en un par de secuencias hasta luchando por no reírse. Del resto del elenco patrio -unos por sus breves apariciones y otros por sus obviables puestas en escena-, mejor no decir nada. Para afianzar la comercialización de la película, encabezan el reparto Jason Isaacs y Julia Ormond, los conspiradores de la Casa de Mendoza enfrentados con la Casa de Alba y con Felipe II como timón: él, secundario solvente en muchas sagas de renombre como "Harry Potter" o "Resident Evil", sufre para intentar no caer encorsetado por un papel protagónico; ella, como mujer fatal, ha sabido envejecer guapa y elegante, buena prueba de ambas cosas hace al final de la película, manteniendo el talento que se vislumbró en su día en cintas como "Smila, misterio en la nieve" o "Cautivos" y que nada tiene que ver con su participación en "petardos" como "Leyendas de pasión", "El primer caballero" o el remake de "Sabrina".

Es curioso como, supongo que por intentar "ocultar" esta circunstancia que mencionamos, el director recurre, en lugar de a los típicos primeros planos, a cambiar la cámara hacia otros personajes distintos al que está hablando. También se nota el cambio de aires del realizador en las escenas de acción, como los duelos a espada. Hablando de tópicos, menudo pastelón romántico la historia de amor entre Jurgen Prochnow y Blanca Jara. Si queréis comprobar uno y mil clichés de ese tipo de historia, aquí están todos sin falta alguna. Se salva la música, bastante interesante y acompasada, y la puesta en escena, tanto en lo que se refiere al vestuario como a la utilización de los escenarios en los que acontecieron los hechos narrados -aunque es cierto que se nota la ausencia de cierta "suciedad" de la época en algunos momentos populares-. El final por el que se ha optado comete, por contra, un doble error: primero, no aprovechar la confesión de dos de los protagonistas que hubiesen dejado abierto el caso de la conjura propiamente; segundo, recurrir a un plano aéreo final del Escorial fuera de lugar. El uso de la voz en off es un acierto al utilizarlo únicamente al principio y al final -sin abusar como ocurre otras muchas veces-, aunque quizás se podría haber cambiado por algún texto en pantalla con letra de época. En definitiva, ante el intento, comprendo el esfuerzo pero reconozco los recortables.