script

Crítica: "Doomsday", de Neil Marshall

La falta de originalidad propia deriva, casi siempre, en la elaboración de entramados subproductos fruto de la creación de otros que, no obstante, acaba resultando, por otro lado, un auténtico fiasco. Si bien podemos resumir así la esencia de este recorrido por un buen puñado de películas, lo cierto es que no conviene dejar caer en saco roto, aunque sean pocos, los méritos de este remix veraniego -el calor puede con todo-. Para empezar, esta nueva historia con tendencias apocalípticas la firma uno de esos directores que, al menos una vez en la vida, ha conseguido inquietarnos en nuestra butaca. Neil Marshall, guionista y director de la presente cinta, lo logró, sobre todo, con "The descent". Puede parecer una cuestión menor, pero no de tantos directores es posible decir algo así por lo que, en el beneficio de la duda, le daremos una nueva oportunidad para resacirse y demostrarnos que lo presente no es lo mejor que sabe hacer.

De la saga "Mad Max" a la franquicia "Resident Evil", de "1997: Rescate en Nueva York" (y secuela, con John Carpenter presente en más de una forma -estad atentos-) a "28 días después" (y continuación), de "Gladiator" a "Hijos de los hombres"... y, de este modo, un largo etcétera. Este recorrido, tanto argumental como visual, es el que nos acompaña en casi dos horas de película. En la Escocia de nuestro presente, un virus acaba con casi toda la población. Para intentar erradicar el virus letal, las autoridades levantan un muro y dejan a su suerte a la población allí residente. No obstante, paradojas de la vida, el virus reaparece 30 años después, nuestro futuro pero el presente de los protagonistas, dentro del área supuestamente segura y parece ser que el remedio/antídoto se encuentra ahora en la pretendida área 0 y los políticos tienen oscuros intereses. Por eso, una soldado, que curiosamente había sido salvada "in extremis" de la primera epidemia, es la encargada para dirigir un equipo militar que tiene como misión encontrar ese antídoto.

Como en toda película que se precie, para eso el entretenimiento debe ser una norma fundamental, las cosas no pueden ser tan sencillas y, ya que la principal hipótesis en una situación similar parece ser la misma siempre, el regreso al pasado, y por extensión a los instintos humanos más primitivos, sale a la luz en forma de una tribú sub-urbana y hasta una ciudadela medieval. No obstante, mientras la primera media hora es entretenida, el resto únicamente se deja ver y todo es demasiado previsible. Tras esos primeros 30 minutos, donde destaca la primera escena de encuentro con los futuros enemigos resuelta de manera brillante y esperamos que la protagonista se decante por la vía familiar más que por la profesional, el resto del metraje pierde todo el interés pese a alguna escena que más que causar miedo produce risa. Resulta inclasificable, y al tiempo excesivamente alargada, la escena en la que se nos presenta el canibalismo de los "apestados", con los susodichos bailando y comiendo al ritmo de los Blues Brothers o el can can. De ahí, en adelante, una carrera por salvarse: dos escenas de luchas a vida o muerte de la protagonista, un túnel semejante a las chisteras de los magos y que sirve de transición entre dos mundos... Pasamos de escenas multitudinarias nada realistas a escenarios urbanos bastante bien logrados –otro de sus principales aciertos-; pasamos de la típica escena de los protagonistas en un paisaje inmenso al más puro estilo “El señor de los Anillos” al, para colmo, final de libro.

La protagonista es Rhona Mitra, la pretendida nueva heroína de acción. Para mí convincente: sin muchas palabras, sin muchos gestos. Me la creo más a ella en la lucha cuerpo a cuerpo que a otras como Milla Jovovich o Charlize "Aeon Flux" Theron. Mientras la protagonista de la serie "Boston legal" y víctima de "El hombre sin sombra" posee un cuerpo moldeado para la acción -y unos sensuales labios aparentemente reales-, las otras dos actrices parecen estar más en pleno anuncio de cosméticos. El resto, pese a tener ya un nombre en la industria -como Bob Hoskins, Malcolm McDowell y Alexander Siddig-, está bastante desaprovechado y apenas tienen minutos suficientes. Eso sí, una duda: ¿por qué este empeño actual en que la sangre luzca tan artificialmente roja e increíblemente irreal?. En una cinta violenta, con algunos capítulos absolutamente justificados y otros cuestionablemente gratuitos, el realismo logrado en este tipo de episodios se echa por tierra así de fácil. Además, ¿alguno recordáis que un coche de policía corra más que un deportivo?. Aquí ocurre. Con el calor del verano, la reiteración acaba produciendo hartazgo y, aunque el estómago de momento resista, la saturación de fórmulas similares puede provocarnos diarrea indefinida.