
En primer lugar, resulta especialmente llamativo el hecho de que, si uno repasa los palmarés de gran parte de los festivales de este tipo, es fácil comprobar cómo, curiosamente, abundantes categorías son copadas apenas por varios nombres, nombres que, también casualmente, vienen avalados por esa trayectoria que van acumulando y que los convierten lógicamente cual bola de nieve en favoritos. Muchas veces, uno se deja llevar por los pensamientos más críticos y tira por el atajo pensando que los premios se entregan, fruto de esta inercia, a nombres ilustres del propio panorama del cortometraje, o incluso de "estrellas" a medio camino entre los distintos formatos audiovisuales, para que el festival en si aparezca en algún tipo de listado A. ¡Ojo!. No digo que los ganadores no lo merezcan, pero, al menos, y entre tanta oferta en la que calidad hay también a puñados, es extremadamente sospechosa una casualidad que puede ser, más bien, causalidad.

El problema radica en que, si bien los premiados de honor, como les corresponde, merecen una tribuna de mayor duración y así la toman, los discursos institucionales -largos y extensos- y las actuaciones de turno -humorísticas o musicales- merman el protagonismo real de los premiados en detrimento de la aportación cuestionable de ambas aportaciones. La difusión mediática y el acompañamiento publicitario oportuno sirven de plataforma comunicadora de apoyos y agradecimientos institucionales y empresariales, algo que también tiene lugar con las consiguientes entregas de premios por miembros de las administraciones públicas organizadoras/colaboradoras y las empresas patrocinadoras. Lo de las actuaciones es, nunca mejor dicho, otro cantar. Cobrar una entrada para estas ceremonias no tiene sentido salvo que se entienda que unas dosis de espectáculo lo convierten en una actividad a rentabilizar, máxime cuando la mayoría de los asistentes pertenecen a los organizadores, los candidatos o los medios de comunicación que la cubren y los asistentes de pago serán los propios vecinos. Agilizar los eventos es una tarea matemática, por lo que es necesario echar números. ¡Y si no... que se lo digan a la Academia del Cine!.

Fotograma de "Un hombre tranquilo", de Arantzazu Gómez
(Mejor Cortometraje en el XIX Festival de Castilla y León)
Cuando miras a tu "hermano mayor" con sonrojo y enojo por algunos comportamientos poco dignos desde muchos puntos de vista, entre ellos el moral y el profesional, no resulta demasiado plausible el hecho de que nuestros actos caminen en la misma dirección cuando, al mismo tiempo, se está esgrimiendo, puño en alto, una crítica de condena irónica y/o directa. En ocasiones, tirar piedras contra tejado ajeno lo que acaba haciendo es llenar tu patio de esos mismos objetos.