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"Rec": ausencia de señal temporal...

Prometer, prometía mucho -al menos, si tenemos en cuenta los laureles cosechados en festivales especializados como Sitges o la bomba informativa en forma de cámara oculta en alguno de sus pases previos al estreno en salas-. Sucede que, como en otros muchos casos, el efecto boomerang golpea de forma inesperada nuestra retina y no precisamente para alegría de la pareja de codirectores Jaume Balagueró y Paco Plaza. La trayectoria del primero, con Frágiles o Darkness, se ha caracterizado por la sugestión, y la del segundo, con Romasanta, por la visceralidad, de modo que este nuevo experimento, mejor no recordar siquiera OT: la película, de carácter bicéfalo, casi siempre tendente a dejar la potestad en manos de la fuerza y no de la inteligencia, no acaba de apuntar en ninguna dirección y se queda en una tierra de nadie.

Premio del público y de la crítica en Sitges que, por el contrario, no se corresponden con la sensación que nos deja la película a su finalización. Las expectativas se desinflan, a ritmo de caída libre, según avanza, eso sí, un metraje acotado a su justa medida y bien dosificado en lo que a inyecciones de adrenalina se refiere pero que, si embargo, mordisquea sin masticar y nos imposibilita una digestión adecuada para que el plato degustado nos acabe resultando placentero. Y eso que la historia, en principio, puede presumir de contar con un portal sólido con el que dar mucho juego. Un equipo de reporteros graba los movimientos de una dotación de bomberos en su atención a una incidencia vecinal, un punto de partida que no tarda en derivar hacia una situación fuera de control –¡a ver quién es el listo que se apunta a semejante bombardeo!-. Un espacio cerrado y un grupo de personas que deberá sobrevivir a una “rabia” forman una pareja que, si bien podría haber sido un caldo de cultivo idóneo para una película destacada dentro de nuestra cinematografía, acaba desenchufada y llena de interferencias sin dejar un resultado de la nitidez pretendida. No suena demasiado coherente mezclar en el mismo edificio, con una gotas de reminiscencias vaticanas, temáticas y géneros como los de 28 días después, El proyecto de la bruja de Blair, Señales o The descent. La risa se nos escapa y nos “contagia” por momentos, a pesar de tratarse de una cinta de terror –realmente miedo, miedo no se llega a pasar y los apenas 3 sustos y 2 escenas de chacinería que se supone deben sobresaltarnos resultan muy previsibles y telegrafiados-.

Entre otros motivos, recurrir a la cámara en mano, un formato absolutamente adecuado para la historia narrada, acaba resultando, por contra, contraindicado en la misma medida al generar una sensación acumulada de vómito. En la línea de Tarantino/Rodríguez y su Grindhouse, nuestra pareja de directores se suma, reiteramos una vez más que acertadamente dentro del conjunto, a la utilización de trucos y efectos propios como la visión nocturna, la distorsión sonora, averías e interferencias... Los minutos iniciales de presentación están plenamente justificados en orden a, como luego ocurre también con la tendenciosidad y alevosía a la hora de rodar las entrevistas a los implicados, poner en primer plano la crítica pertinente a los medios de comunicación, a su búsqueda constante del morbo fácil y de la manipulación informativa alterando y generando informaciones no reales al 100%. Una vez metidos en faena, el reparto variopinto de protagonistas, que incluye desde una familia de inmigrantes asiáticos a una madre histriónica, consigue hacerse pasar por ciudadanos de a pie, con lo que el sentimiento de identificación del público es totalmente convincente. Entre todos ellos destaca, sobre manera, Manuela Velasco. La presentadora de TV, aunque hace de lo suyo y de “scream queen”, soporta notablemente el peso interpretativo y narrativo, y puede convertirse, por tanto, en una digna rival de Belén Rueda de cara al Goya a la Mejor Actriz -aunque seguramente la nominarán en la categoría de revelación-.

A pesar del éxito que les está deparando la cinta –incluyendo el remake USA que ha comenzado a rodarse antes de su estreno comercial en nuestras salas y que se titula, orientativamente hablando, Cuarentena-, esta pareja, a las que les falta recorrido para acercarse a Alexandre Aja o el maestro Romero, tendrá que decidirse, de cara al futuro y para provecho propio y general, sobre continuar indefinidamente con sus respectivos caminos en solitario o recurrir esporádicamente a la compañía mutua. Esta decisión indefinida deberán tomarla cuanto antes, omitiendo si quieren la cuestionable y salida de madre explicación final de la película, para desprenderse de una nueva encuesta que podríamos realizar vía SMS o línea 900: ausencia de señal temporal o desconexión permanente.