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"Disturbia": un vecindario erróneo...

Ya sé que muchos aseguran que esta película es una especie de remake de La ventana indiscreta, pero esa comparación es, precisamente, la baza más importante con que está contando la promoción de esta cinta y que poco, o más bien nada, tiene que ver con la obra maestra de Alfred Hitchcock. Las comparaciones siempre son odiosas, máxime cuando se trata de hacer lo propio con títulos emblemáticos y cine palomitero, pero es que, en esta ocasión, la única semejanza es la de situar al protagonista, aislado en su casa, dentro de un vecindario. De ahí en adelante, los 2 caminos son totalmente divergentes.

No creo que D. J. Caruso, cuya seña más destacable en su currículum es la interesante Apostando al límite, haya intentado emular la silueta del maestro británico. De hecho, no llega a traspasar la línea que separa su thriller adolescente del cine de terror, aunque sí rinde su particular tributo a otro maestro, Darío Argento, concretamente a su Phenomena al final del metraje. La historia y los personajes tienen, como estamos viendo, poco de novedoso. Un joven problemático es condenado a pasar un tiempo de reclusión en su casa para ver si endereza el rumbo. Con su madre "incomprensiva" y su colega asiático chistoso -se cumple así por enésima vez la cuota étnica del cine USA-, el chico descubrirá a través de su ventana, con sus prismáticos, a la nueva y "maciza" vecina y, lo que es mucho peor, a un asesino en serie que vive pared con pared. No obstante, el director es honrado en otro sentido, puesto que, en ningún momento, pretende engañarnos y vamos descubriendo todas las piezas del puzzle con el propio protagonista. No hay dobles finales encadenados ni giros inesperados, aunque, pensándolo bien, ¿qué pasaría si se descubriese que todo había sido un juego de su entorno para que se lo pasase lo mejor posible en su aislamiento al más puro estilo The game?. Salvo un par de fragmentos intermedios que captan la atención repentinamente -la intrusión del asesino en el coche de la chica para decirle "sé que tú lo sabes" y los "mojados" chapuzones de la protagonista para deleite masculino-, la cinta es demasiado floja, y eso que el principio promete. La espectacularidad del arranque, con un accidente de tráfico que pone la piel de gallina y que podría ser utilizado perfectamente en uno de los anuncios de la DGT, decae al fotograma siguiente hasta el punto de que los ¾ de hora que lo suceden son completamente soporíferos. Sólo se salva el acelerado tramo final, y más que nada por el uso de recurrentes y efectivos recursos, como la tormenta nocturna y un movimiento de cámara basculante, que no sirven de todos modos para disfrazar la pólvora mojada.

Y lo mismo les ocurre a los protagonistas, lo que hay da para lo que da. Shia LaBeouf sigue subiendo como la espuma, no en vano Spielberg le solicitó para la nueva entrega de Indiana Jones tras verle en este papel. Particularmente, le veo más futuro en la comedia que en el drama, pero allá cada cual. Como excusa, todas las estrellas han pasado por títulos como Aquel excitante curso… Lo que sí tiene Shia es suerte, puesto que todos los directores le emparejan con chicas explosivas. Sarah Roehmer, que ya sufrió lo suyo en La maldición 2, apenas luce aquí palmito en bikini y pone a 100 a su compañero de reparto. Entre ella, Megan Fox de Transformers o Sophia Bush del remake de Carretera al infierno, si hacemos una quiniela entre estas 3 promesas, apuesto a ganadora para el futuro por la última. El malo con cara de malo y sin mucho diálogo es David Morse, un nombre que debería estar ya anotado en las principales agendas por La milla verde o Cruzando la oscuridad y que aquí, incluso, tiene su particular guiño a Jack Torrance / Jack Nicholson en El resplandor. Menos texto aún, pero más cara de mala, es la que pone Carrie-Anne Moss. ¡Quién te ha visto y quién te ve!. Queda muy lejos ya su traje de cuero negro y su papel de Trinity en la trilogía de Matrix. Me da que se le ha pasado el arroz.

Dadas las características y el tratamiento -sobre todo la vis cómica, los gadgets improvisados y el oscurantismo final-, la película, más que al título de referencia ya mencionado, se acerca a otros como Solo en casa o La habitación del pánico, para que a alguien se le bajen los humos. El "tuneado" juvenil llega de la mano de los artilugios tecnológicos -sistema antievasión, Itunes, Youtube…- y de la "posteada" habitación del protagonista con referencias musicales rebeldes como The Ramones o The clash. Entre tanta oferta en el mercado, si estás pensando en comprarte una vivienda/película, da una vuelta por los alrededores y cerciórate de todo lo que se te ocurra, y sobre todo cuídate de que no haya ningún mirón con tiempo libre para sacar a la luz tus "cosas". Hay cosas que no puedes elegir, pero un vecindario erróneo puede ser un calvario.