Los rollos perdidos, saltos de pantalla, sonidos de ida y vuelta, virutas juguetonas… en definitiva, el tributo a la sesión doble Grindhouse ya está al 100%, y podemos confirmar que, semejante amputación, no ha tenido nada que ver con la argumentada falta de cultura europea respecto a este regenerado formato, sino con la intención manifiesta de sacarnos el doble de cuartos. Por el camino, nos hemos quedado incluso sin poder visionar varios falsos trailers que, como Machete en la primera parte, deberían formar parte de esta “pseudo” sesión doble. ¡Y dicen que eran de lo mejor!. Podremos remediarlo únicamente ya a través del futuro alquiler en DVD. Para nosotros, los cántabros, nos queda el consuelo de otro avance, el de No digas nada, una película rodada en Cantabria y que parecía ser más una leyenda urbana que una realidad. Parece, afortunadamente, que no es así y dentro de poco se estrenará.
Quentin Tarantino regresa a la gran pantalla y lo hace sin adulterar, fiel a sí mismo y a los elementos que le han consolidado como director de culto, como sus potentes y pegadizas bandas sonoras. En este caso, se ha volcado para recuperar del olvido a los especialistas, homenajeando, al mismo tiempo, a su adorado cine motorizado de los años ´70 con la presencia de un asesino en serie, sin máscara pero con cicatriz, dotado de un arma letal: su carrocería de la muerte. El “slasher” descafeínado es el veterano Kurt Russell. Sin llevar tanto tiempo desaparecido como John Travolta en su reaparición con Pulp Fiction –en nuestro país parece ser Santiago Segura quien se encarga de estos menesteres-, puede ser una buena ocasión para él de volver a trabajos más interesantes que los últimos en su trayectoria. Mejorable, pero más que aceptable. ¡Ojo a sus acertados y cómicos lamentos de lobo herido y al corro de la patata final tipo Los ángeles de Charlie!.
Dos partes, grapadas con la sonda hospitalaria al capítulo de Rodríguez -ha demostrado que el alumno aventajado ha superado al profesor-, integran el metraje: en la primera, el asesino da; en la segunda, recibe el contraataque. La estructura de ambos fragmentos es la misma pero con diferentes personajes femeninos y, sobre todo, el distinto comportamiento con el que reaccionan al enviste del “toro mecánico”. Aquí, precisamente, confirmamos el cambio de tercio del diestro experimentado ya con Jackie Brown. Desde entonces, Tarantino parece centrar su atención fílmica en las mujeres, fundamentalmente en damas de armas tomar como Uma Thurman en Kill Bill –si escuchan su politono no es del vecino de butaca sino de la pantalla-. La primera mujer en caer es Rose McGowan, quien, después de perder una pierna y convertirla en una metralleta en Planet Terror, estampa su rostro contra la luna delantera. También mueren en choque frontal como CTD –“Crash Test Dummies” son los muñecos de pruebas- Sydney Poitier, Vanessa Ferlito y Jordan Ladd. Evitan el siniestro total en una lección magistral de persecución, sin duda lo mejor de la película, Rosario Dawson, Mary Elizabeth Winstead y Zoe Bell. De todas ellas, ninguna da como actriz, unas veces por sobreactuar y otras porque parecen estar en el salón de su casa, aunque destaca el regalo de Zoe Bell, la doble de la Thurman “amarilla”. Con tanta fémina suelta, Tarantino se ha centrado más en satisfacer públicamente su fetichismo por pies, piernas y culos, miembros cortados de cuaje en algún caso y esgrimidos mediante bailes sugerentes estilo Abierto hasta el amanecer en otros, o incluso con un comienzo clonado de la cinta protagonizada por la azafata Pam Grier que es de lo mejor del metraje.
Sin embargo, el realizador evidencia una preocupante falta de frescura y ciertas dosis de reiteración que nos hacen temer un camino similar al trazado por Woody Allen. ¡Siempre le queda reinventarse como el Premio Príncipe de Asturias en sus últimos títulos!. Una de sus señas de identidad, los diálogos, brillantes en Reservoir Dogs, se han diluido por completo y, pese a ocupar el 90% del metraje, son espesos por su relleno de chistes sin humor y guiños a la cultura americana muy de a pie que aquí pasan desapercibidos. ¡Infumables!. Las reverencias al género -Punto límite 0, El diablo sobre ruedas, La huída, la serie de televisión The Dukes of Hazzard u otras joyas norteamericanas menos comerciales de serie perdida al otro lado del Atlántico- no quedan sólo en lo visual, sino casi principalmente en el plano verbal. Unos se toman el cine como demostración de su arte, y otros lo hacen para divertirse. Hablando de diversión: Charo López, Juan Luís Galiardo y Rafael Moreno Marchent también han hecho los USA con esta película. No obstante, fuera del tiesto de Tarantino, su película es divertida para él y aburrida para el resto.