La tendencia en la saga ha sido la constante evolución que le ha permitido mantenerse en un notable alto, sobre todo por la capacidad para la mezcla y la impresionante planificación. El director, Paul Greengrass, que repite por segunda vez en la franquicia tras su anterior rodaje, condensa cine de acción e intriga de manera memorable, y lo hace además aplicando un arma de doble filo que ya utilizó en United 93. En el primer caso consigue de nuevo el espíritu del cine de género de hace 25 o 30 años que tenía por escenario preferente Berlín, mientras que en el segundo nos ofrece, no me he vuelto loco con este juego de palabras, equilibrados movimientos desequilibrantes con su cámara al hombro -a costa eso sí de proporcionarnos algún que otro mareo por su abuso prolongado-. La fórmula perfecta la ha encontrado el realizador dividiendo la cinta en las 3 clásicas proporciones y, a su vez, cada una de ellas en una fase de adrenalina y otra de reposo en la que la intriga sigue su curso. El planteamiento nos lleva a Londres con el descubrimiento de una nueva fuente, el nudo a Tánger para encontrarse con ella y el desenlace a Nueva York para ponerse cara a cara con sus objetivos. Cada porción tiene su persecución. Si bien seguramente os resultarán a la mayoría más espectaculares la segunda -a moto y por los tejados- y la tercera -en coche-, yo particularmente me quedo con la primera –dentro de una estación-. ¡Impresionante!.
Indiscutiblemente, JB es Matt Damon, quien últimamente se pasa la vida interpretando a ladrones de guante blanco junto a Clooney y Pitt o a este hombre desmemoriado. El actor, de quien se dice es la estrella más rentable, ha conseguido tal grado de mimetismo que a veces la frialdad no se sabe si procede del actor o del personaje. Damon es uno de esos actores que parece daría más en el cine independiente en el que tan poco se prodiga. Emociones aquí pocas, las justas, aunque el derroche físico desplegado no se lo puede negar nadie.
Sus aliadas femeninas son la esperanzadora Julia Stiles –actriz que promete y que ha dejado por fin de lado su paso por cintas adolescentes para reverlarse en Verdades ocultas- y la siempre magnífica Joan Allen –una vez más resistiéndose a lo establecido como en Candidata al poder-. Sus enemigos David Strathaim –ya no es el bueno como en Buenas noches y buena suerte-, y los solventes veteranos Scott Glenn y Albert Finney. Guiño patrio, además de la presencia madrileña, con Daniel Bruhl como el hermano de Franka Potente.
A pesar de que el puzzle parece estar completo –y eso que se lo han puesto difícil cambiando de apariencia el programa experimental-, hay aún varias cuestiones inconclusas. Por ejemplo, esa insinuada historia de amor pasada entre Damon y Stiles o, más interesante aún, rematar la aclaración de quién es y cómo entró en la agencia JB con el motivo que le empujó a hacerlo y que aún queda en el aire. ¡Vaya!. Se me han escapado ideas para una futurible entrega y es que, siguiendo el principal consejo de uno de los espías de la película: espera lo mejor y prevé lo peor.